domingo, 27 de abril de 2008

Empire State Building



Para tener una imagen más o menos clara de las dimensiones de la ciudad de Nueva York es preciso hacerlo desde las alturas. Para ello existen un número bastante amplio de posibilidades variadas, entre las más comunes están subir a lo alto de los grandes edificios o bien hacer paseos en helicóptero. De esta última al no haberlo probado no daré una opinión, pero tengo entendido que no resulta excesivamente caro, al menos no tanto como uno puede llegar a pensar.
Respecto a lo segundo elegiré el edificio más emblemático de la ciudad: el Empire State, este soberbio edificio está situado entre la 5 avenida y la 34 en pleno centro de Manhathan por lo que desde su terraza se puede divisar toda la isla y sus alrededores sin riesgo a toparse la vista con un edificio más alto. Evidentemente cuánto más claro es el día mayor visibilidad.
El majestuoso edificio tiene 102 plantas y un total de 381 metros de altura (443,5 m contando la antena superior). Fue diseñado por los arquitectos Shreve, Lamb y Hermon entre los años 39 y 31 del pasado siglo y su estilo es art decó.
Este edificio es muy cinéfilo, siempre podemos emular a Tom Hanks y a Meg Ryan en Sleepless in Seatle (Algo para recordar) o a cualquiera de los protagonistas 62 películas que se rodaron en el edificio, intentar evitar a King Kong sino queremos acabar mal.


Aquí unas panorámicas desde arriba:









A falta de helicóptero o de poder subir in situ ahora mismo, aquí una pequeña alternativa.

domingo, 6 de abril de 2008

Notre Dame du Haut






Si te gusta la arquitectura y eres amante de la obra de Le Corbusier no hay que perderse la capilla de Notre Dame du Haut en Ronchamp en el departamento de la Alta Saboya.
Esta capilla fue construida entre 1950 y 1955 y es una de las obras más polémicas del arquitecto suizo ya que se sale lo establecido por su propia obra hasta entonces.
Nosotros que somos profanos en el tema nos pareció espectacular su situación en lo alto de una colina y su armonía con el paisaje a pesar de estar construida con hormigón.
Teniendo en cuenta que tampoco somos nada espirituales podemos afirmar que cuando suenan las campanas de la capilla sientes que algo transciende, aparte de la sordera.
Por los alrededores encontramos unos pueblecitos encantadores, casi de cuento que contrastaban con la construcción de grandes infraestructuras viales.
Para poder hacer la visita es obligado pagar una entrada no muy cara.
Lo más emocionante, quitando el primer golpe visual con la capilla, es encontrar el lugar. También hay que decir que el pueble de Ronchamp, quizás por su carácter minero, no nos pareció muy atractivo, nuestra visita se restringió a un café ou lait.