Olomouc es la capital de la región que lleva su mismo nombre. Llegar en coche hasta allí es toda una odisea. Es evidente que cada país tiene sus propias formas de conducción e interpretación del código de circulación. El estrés del volante sólo se puede compensar con un lugar para el reposo confortable y tranquilo.
Y Olomouc es una ciudad que reúne todos esos requisitos. Sólo hace falta un buen alojamiento.
Y nosotros no veníamos con las manos vacías, teníamos una reserva efectuada por correo electrónico que habíamos hecho gracias a las recomendaciones de una guía de viajes (no recuerdo cual), pero, claro, eso en si es una aventura de la que te puedes esperar cualquier cosa. Así que cruzamos los dedos y a buscar el lugar.
Después de hacer algún cambio de sentido no muy recomendable encontramos la pensión que tiene un pórtico de entrada que conduce a un parking propio, sólo apto para el paso de carros por su estrechez.
Después de varias maniobras bajo los ánimos (quiero creer que eran ánimos y no exabruptos sobre el mal manejo de mi coche en tan complicada maniobra) de los operarios de mantenimiento de las catenarias del tranvía, entramos en el hotel.
Muy buena pinta aunque todavía está en obras de acondicionamiento…buen comienzo.
Entramos en el estudio-apartamento y nos quedamos sin habla. Menudo sitio, qué grande, qué espacioso, qué acabados, qué comodidad, qué todo.
El maravilloso apartamentito nos sale al módico precio de 1500 kc osease a unos 60€, y nos lamentamos por no haber reservado más de una noche, lástima otro año será.
Olomouc es la ciudad de las fuentes, la mayoría de ellas de estilo barroco, en cada una de sus plazas nos encontramos con una de ellas.
Pese a estar en el culo del mundo encontramos turistas incluso de aquí. Eso si, saliendo de los establecimientos hoteleros no puedes esperar que nadie entienda otro idioma salvo el checo.
Columna de la Santísima Trinidad junto al ayuntamiento.