En este libro Markaris nos presenta al singular comisario Jaritos, y de su mano recorremos las agobiantes, tortuosas y congestionadas calles de Atenas en un desvencijado Mirafiori. Jaritos es machista, un poco racista y ávido lector de diccionarios. Está loco por su hija y aguanta como puede a su mujer (algo recíproco)
“Karayorgui vivía en la colina del Licabeto, a dos pasos del Doxiadis. Por la mañana, al despertar, contemplaba el boscaje y se hacia la ilusión de estar en el campo. Ahora también es de mañana, las nueve, para ser exactos, pero llueve a mares. Los limpiaparabrisas de mi Mirafiori están estropeados y funcionan muy lentamente. Para cuando barren una oleada de agua e invierten el movimiento, el parabrisas ya está inundado. Casi me quedo ciego intentando mantener la distancia del que arrastra delante, y por poco paso de largo la casa. Estoy a punto de dejarla atrás cuando veo el coche patrulla que está aparcado en la puerta y freno en seco.
-.¿Dónde te han dado el carné, idiota?”
En este libro investiga una serie de homicidios aparentemente relacionados que ocultan un mezquino negocio clandestino.
Indispensable para pasear por el barrio de Plaka y Monasteraki, subir a la Acrópolis, beberse una Mythos y bailarse un sirtaki a lo guiri en cualquier restaurante.
“Karayorgui vivía en la colina del Licabeto, a dos pasos del Doxiadis. Por la mañana, al despertar, contemplaba el boscaje y se hacia la ilusión de estar en el campo. Ahora también es de mañana, las nueve, para ser exactos, pero llueve a mares. Los limpiaparabrisas de mi Mirafiori están estropeados y funcionan muy lentamente. Para cuando barren una oleada de agua e invierten el movimiento, el parabrisas ya está inundado. Casi me quedo ciego intentando mantener la distancia del que arrastra delante, y por poco paso de largo la casa. Estoy a punto de dejarla atrás cuando veo el coche patrulla que está aparcado en la puerta y freno en seco.
-.¿Dónde te han dado el carné, idiota?”
En este libro investiga una serie de homicidios aparentemente relacionados que ocultan un mezquino negocio clandestino.
Indispensable para pasear por el barrio de Plaka y Monasteraki, subir a la Acrópolis, beberse una Mythos y bailarse un sirtaki a lo guiri en cualquier restaurante.
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